Crisis financiera
En un ambiente de tensa crisis financiera, el mundo se muestra una vez más avasallado una enormidad de información de índole macroeconómica, en donde los principales mercados como EEUU, Europa y Asia, han comenzado a mostrar debilidades en modelos que hasta ahora parecían ser inquebrantables, pero que de pronto se muestran turbulentos enigmáticas e inseguros.
Esto por supuesto ha generado una suerte de efecto dominó en el accionar del resto de los mercados mundiales, a tal punto de mantener nuestras miradas expectantes con programas de televisión donde al presentador del último debate entre McCain y Obama comenzó calificando de “huge financial crisis” (enorme crisis financiera) y el individuo de clase media espera escuchar alguna frase o promesa salvadora que seguramente no beneficiará a ningún argentino, pero que sorprendentemente nuestro espíritu solidario nos involucra hasta en este inédito temblor financiero de la economía más poderosa del mundo.
Más allá de la macroeconomía, las finanzas y la negociación política de alto nivel, nos preguntamos como afecta esta problemática al ciudadano medio de nuestro país.
Aquí el mayor impacto está dado por la inmensa incertidumbre generada y las decisiones económicas que no se toman.
Lo cierto es que la Argentina debe enfocar su atención en sus propios problemas internos que no son pocos, como los conflictos de educación, seguridad, corrupción, desocupación, inflación, etc., que si afectan el día a día de los argentinos y que dependen de las buenas o malas decisiones que sepamos abordar.
Sin embargo, resulta apropiado diferenciar los grandes negociados del mundo, de nuestras propias decisiones de inversión. Aquí la historia no ha dejado de ser coherente con los resultados de las distintas crisis.
En este sentido todos sabemos que los riesgos asumidos, marcan la preponderancia en los niveles de rentabilidad de los negocios, como así también las desilusiones que nos golpean.
Depender de las condiciones climáticas, jugar a la ruleta del apalancamiento financiero o someterse a la vorágine bursátil; ofrecen a veces desenlaces desconocidos.
Por ello, una vez más queda demostrado que a lo largo de todas las crisis de la historia, el sector inmobiliario se ha convertido en un verdadero custodio de los ahorros a la hora de invertir, manteniendo alejadas las depreciaciones adquisitivas mediante una equitativa valoración de los inmuebles que está dado por un mercado transparente entre la oferta y la demanda.
Somos cómplices de nuestros propios destinos, no seamos cómplices de nuestros propios fracasos.
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