En la amenidad está la clave

ARTICULO PUBLICADO EN EL DIARIO EL LITORAL EL 17-03-08 (Por Félix Canale)

La programación y especialización son requerimientos crecientes en la industria de la construcción. Con esas herramientas, CAM S.A. afianzó una presencia de 17 años en el mercado local. Ahora la demanda tiene mayores exigencias y ese es el desafío.

Daniel Arditti, presidente de CAM SA, señala de entrada lo que entiende es un concepto diferenciador de su compañía: la construcción industrializada.

Según sus palabras, este concepto se basa en una sistematización del trabajo, que incluye una programación previa muy ajustada y la especialización de determinadas tareas, que resulten en un aseguramiento de la calidad final de la obra.

Además, esta metodología permite un estricto cumplimiento de los plazos acordados. «Yo vengo de una educación técnica industrial que aplico a la construcción, en la que es fundamental el compromiso de cumplir con la palabra empeñada. En general, la construcción está asociada al incumplimiento. Si uno hace una obra industrial o comercial y se demora, para el propietario la tardanza en instalar una máquina o abrir el local significa dinero que se pierde. Por eso, uno de los elementos que nos ayudó a posicionarnos en el mercado fue nuestra cultura de cumplimiento de los plazos acordados. Es preferible perder dos días en el tablero y no dos días en la obra», dice.

Aporta un ejemplo de sistematización: las columnas de hormigón tradicionalmente se fraguan en encofrados de maderas y clavos, que insumen mucho tiempo de trabajo. Ahora esas columnas se hacen con moldes metálicos que ahorran tiempo. «No es tanto una cuestión de costos, como de sistematización de la operación», explica.

Edificios
Casi 70 por ciento del giro de negocio de CAM descansa en la construcción residencial, mientras el 30 por ciento restante se divide entre locales de comercio, instalaciones industriales y otras construcciones para oficinas o sanatorios, para un total histórico de unas 200 obras realizadas.

Desde el arranque en 1991 a la fecha, la empresa ha construido unos 100 mil metros cuadrados y en la ciudad de Santa Fe es habitual ver los edificios con el distintivo CAM y el número correspondiente. En la actualidad la compañía está entregando el número 46, mientras construye el 47 y 48 y planifica los siguientes hasta el número 52. Cuando esta etapa concluya, habrá entregado un total de 1.000 departamentos propios.

Pero Arditti se detiene particularmente en 3 emprendimientos. Uno es Terrazas de Boulevard (22 pisos construidos para el Grupo Benuzzi, frente a la ex estación del ferrocarril Belgrano). Otro es Residencias del Castelar, de próxima inauguración, que con sus 16 pisos en calle 25 de Mayo y peatonal Falucho, es el más alto de la serie comercializada directamente por la empresa.

Y el tercero es Rambla Condominio, un complejo de entre 25 y 30 departamentos, ubicado en calle Javier de la Rosa, en terrenos que pertenecieron a la tradicional rambla López. En este último caso, se trata de un emprendimiento conjunto entre CAM S.A., Benuzzi Inmobiliaria S.A. y De la Vera Cruz S.A.

Requerimientos
Un denominador común en las 3 obras citadas, es que muestra relaciones asociativas entre la empresa constructora y otras firmas reconocidas en plaza. Arditti no lo dice explícitamente, pero es obvio que tales acuerdos ponen en juego una fortaleza operativa y financiera de magnitud considerable.

Otro rasgo de coincidencia es que esas obras reúnen ventajas que van más allá de proporcionar un hábitat estándar. «Hoy los edificios que tienen más amenities, mayor valor agregado, son los edificios del futuro», dice Arditti.

Esa es la tendencia del mercado, donde ahora el inversor tiene en cuenta factores como el diseño de fachada, las áreas sociales, las recepciones, lobbies, sectores de esparcimiento, seguridad, alta tecnología, spa, gimnasio, pileta, sauna y la exclusividad del edificio o condominio.

«Salvo que haya un cambio importante en la política de créditos hipotecarios, que realmente le sirva a la gente para acceder a viviendas económicas, (algo que dudo suceda, dada la actual inflación), yo creo que el mercado se va a volver más chico pero más competitivo. Nosotros estamos programando edificios de más jerarquía y pensando lo que le gente va a pedir dentro de 2 ó 3 años».

Además de tal jerarquía, otro factor de competitividad que esgrime la empresa es la garantía sobre la construcción. Según explica el ejecutivo, «en general, sucede que un grupo de inversores, que nada tienen que ver con la construcción, reúnen dinero, contratan un arquitecto, un constructor y un vendedor. Contratos individuales con diferentes personas, lo que dificulta dar una garantía. No tienen la gente a mano. Nosotros tenemos 200 personas contratadas directamente y de ellas unas 50 están trabajando en la empresa desde hace 15 años. Si hace falta un plomero con urgencia, simplemente lo movemos de una obra hacia donde lo soliciten».

El argumento también apunta a otro blanco: «Creo que a futuro se racionalizará el negocio, algunos jugadores ocasionales saldrán de él y se mantendrán aquellos que jueguen con seriedad y continuidad».

Los servicios
El presidente de CAM cree que la ciudad de Santa Fe evoluciona hacia requerimientos de una mejor arquitectura y edificios con más servicios. Pero para que esa demanda pueda satisfacerse se necesitan cambios estructurales de origen oficial.

«Los grandes cambios requieren que los empresarios los lleven adelante, pero también demandan que los entes públicos generen las condiciones para que eso suceda. En Santa Fe tenemos un reglamento de construcción que es del año 80. Con esos criterios no se puede seguir avanzando», determina.

El principal impedimento de ese reglamento es la categorización de los sectores de la ciudad, que a su vez está condicionado por la dificultad de las empresas de servicios públicos para prestar esos servicios. Arditti admite que «la Municipalidad tampoco puede programar grandes mejoras, porque después cuando va a pedirlas a la EPE o Aguas no se las dan».

Da un ejemplo: «De los últimos 20 edificios que hicimos, en 15 tuvimos que hacer la cámara transformadora para que la EPE nos pudiera dar luz. Es un costo que estamos asumiendo. Pero también es público el problema de las cloacas, que están saturadas, y en ese caso no hay solución que nosotros podamos aportar», concluye.

Como el hotel
Residencias del Castelar, en peatonal Falucho y 25 de Mayo, es lo que en el negocio inmobiliario se conoce como «condohotel»: un neologismo que liga el concepto residencial con los servicios hoteleros. Los departamentos tienen superficies que van desde 40 hasta 150 metros cuadrados. El complejo cuenta con cocheras, locales comerciales, spa, sala de usos múltiples, solarium y piscina. Los residentes pueden optar por los servicios que brinda el Hotel Castelar, incluido el delivery de desayuno u otras comidas, lencería y mucama. Arditti explica que las expensas se mantienen en los rangos habituales en la ciudad de Santa Fe, ya que los servicios de hotelería se pagan aparte. «Nuestro negocio termina cuando entregamos la escritura; no participamos en lo que sigue. Somos responsables, en cambio, por la garantía de 3 años que damos sobre la edificación. Si algo funciona mal vamos y lo arreglamos. No es habitual que quien construye garantice lo que entrega y esa es otra de nuestras ventajas competitivas», argumenta.